Cuando Imanol Arias se probó la ropa que cubría en vida a Vicente
Ferrer, comprendió que, aunque el papel parecía venir grande a
cualquiera, estaba hecho a su medida. Entonces, llevó el anillo del
cooperante al dedo y, para su sorpresa, también encajaba. Pelo corto,
rostro relajado, columna recta, una pausa en cada gesto: Imanol Arias
había leído todo lo escrito por y sobre Ferrer, el activista que
emprendió una cadena de mejoras en un país prácticamente inabarcable, la
India. Pero a Arias aún le faltaba algo por interiorizar: la India,
precisamente.
«Tengo mucho ego. En los rodajes suelo comportarme como un gobernador
de provincias, haciendo equipo en todo momento. Allí, estaba como un
conejo en una piscina, sin control. En el rodaje en la India he perdido
ego», relata este intérprete, entrevistado por EL MUNDO a propósito del
estreno de Vicente Ferrer, el jueves a las 22.30 horas en La 1. Mañana, la TV movie se proyecta en un cine de la capital, visionado al que ha confirmado su asistencia la Reina Sofía.
«La división por castas existe. Allí encontré a un dalit [uno
de los denominados intocables] que era a su manera mi otro yo, el
hombre que no tiene derecho a existir. Era un figurante con el pie
tullido que en una escena en la que había que correr ponía cara de 'No
puedo más'. Me detuve para ayudarle y uno de los traductores se quedó
impactado. El dalit sonrió sin mirarme; yo le abracé, le toqué, le felicité, le abrí una botella de agua... Toqué a los intocables», rememora Arias.
"Estaba como un conejo en una piscina, sin control. En el rodaje en la India he perdido ego"
El actor responde ya en España; sin embargo, de algún modo, no ha regresado: «Nunca te vas de la India. Dejas una procesión de devastación, de gente sin futuro. Yo estaba en el botón de rec, grabando y llenando, y en la India me pulsaron el botón de play, el de la acción».
Esta película cuenta los últimos 30 años de la vida del barcelonés, dedicados por completo a la ayuda a los más desfavorecidos
en el estado de Andhra Pradesh, al sureste de la India. «Pensé en hacer
una película viendo las necrológicas sobre Ferrer, al fallecer en 2009.
Tiene una vida insólita desde joven, cuando era el jefe de una banda
callejera. Nosotros contamos cuando vuelve a la India ya con 50 años,
contra la voluntad de los jesuitas y sin ningún tipo de apoyo
institucional», explica a este diario Agustín Crespi, director del
proyecto. Carles Canut, José María Pou y Alba Flores también participan
en el reparto, en el que destaca Aida Folch en el papel de Anna Ferrer.
La viuda del cooperante ha ejercido de consejera de esta narración,
que se ganó el apoyo de la Fundación Vicente Ferrer tras años de
conversaciones. La productora Ganga es la responsable de la serie Cuéntame, para la que también trabajan Arias, Folch y Crespi. «Anna ha supervisado todo el guión
de manera muy concienzuda. Decía qué cosas haría Vicente y cuáles no.
En una escena en la que aparecía retratado en familia, nos advirtió: 'Él
siempre estaba fuera, trabajando'», afirma Crespi.
Los exteriores se han rodado en Anantapur, donde Ferrer se estableció
para iniciar un trabajo de canalización que ha hecho florecer, además
de árboles, viviendas, escuelas y hospitales. «Allí, es como un dios»,
atestigua Crespi sobre esa localidad, que significa Ciudad del infinito.
«Rodamos Vicente Ferrer en mayo y junio de 2013, antes del monzón y con temperaturas de hasta 46 grados, porque así podíamos compaginar el proyecto con Cuéntame
y además reflejar el paisaje seco de los 70. Gracias a Vicente Ferrer,
esa zona ahora es verde el resto del año», revela el director. Esos
paisajes, independientemente de la estación, brillan en la pantalla como
una epifanía de colores. «En Europa nos preocupa poder llenar el
cuadro. En la India, al revés. Todas las imágenes son vivísimas, muy
intensas», adelanta Crespi. En la memoria de Arias persisten esas
escenas, «de una pobreza y una simpleza apabullantes, pero sin rastro de
vulgaridad».
Para rodar esta producción de TVE y Ganga, alrededor de 30 profesionales se desplazaron a la India, donde las jornadas de grabación abarcaron a 120 personas,
entre los exteriores naturales y los planos filmados en los
mastodónticos estudios de cine Ramoji, los más grandes del planeta.
«Trabajaba con dos intérpretes, porque utilizábamos cuatro idiomas.
En toda la India hay un total de 25, pero, al final del día, te dabas
cuenta de que casi todo consistía en comunicación no verbal», detalla
Crespi. Aunque la película para televisión se planteó en principio en
dos capítulos, se ha reunido en un único episodio de una hora y tres
cuartos para adecuarse a los formatos de distribución internacional. TVE
emitirá mañana a continuación el documental La felicidad según Vicente Ferrer, una hora de testimonios de sus familiares y colaboradores.
«Vicente Ferrer ha sacado de la pobreza a millones de personas, con
una simple acción: los pozos traen el agua; ésta, los cultivos; luego
llega la compra de una vaca gracias a un crédito...», repasa Arias.
- ¿En la humanidad de Vicente Ferrer había también defectos?
- Tenía su mala leche y trabajaba todos los días para aplacarla.
Mucha de esa mala leche le servía para luchar por su fundación. Además,
era una persona rápida y con sentido del humor. A un gobernador que no
tenía pelo, no dudó en decirle: 'Tienes que cambiar de champú'.
La espiritualidad, no obstante, era la que predominaba en el carácter
de Ferrer, aunque siempre como motor para su aplicación práctica, el play
al que Arias hace referencia: «No tengo interés por la Iglesia, pero sí
que he sido tocado por el Papa Francisco. Tiene que cambiar algo. En
Occidente, nuestro dios es el dinero. Ya no pueden intervenir siquiera
las ideologías, porque no caben, y eso se magnifica en el bipartidismo.
En la India, los pobres pueden alcanzar la felicidad, porque no adoran
el dinero».
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